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Espectáculos

La noche en que Cerati fue telonero de la agrupación dominicana Rikarena

Barranquilla fue el lugar donde el rockero vocalista de la banda Soda Stereo le abrió el concierto a Rikarena en 1995 y terminó abucheado por una multitud que exigía ver a la orquesta de merengue dominicana

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Hace 24 años, en el octubre de 1995, Gustavo Ceratí, el gigante rockero y orgullo de Latinoamérica llegó con su banda de aquel entonces, Soda Stereo, a presentarse como telonera de la agrupación dominicana de merengie Rikarena a la arenosa.

Los barranquilleros se habían dado cita para la noche del 14 de octubre en el pedregoso parqueadero del Estadio Romelio Martínez, en el norte de la ciudad para bailarse la noche a punta de merengue.

Gustavo Cerati, cuando intentaba abrir el concierto con Persiana Americana y La ciudad de la furia, sus acordes se escucharon casi huérfanos por unas dos mil personas que pedían bailarse la noche con otras canciones más guapachosas como El Cutibilí Pachá y El merengue Rico.

Testigos afirman que un par de piedras alcanzaron a golpear la tarima en la que Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charlie Alberti interpretaban sus éxitos antes de la banda dominicana, pero a los argentinos nada los sacó de sus casillas.

Se les vio la calma cuando apartaban con sus pies los objetos y seguían con el recital como si nada.

“Rikarena, Rikarena”, fue el coro que se mezclaba a ritmos de baterías, guitarras y bajos de rock en español.

Sin embargo, en esos momentos de incomodo rechazo, los que más sufrieron fueron Non Santa, la banda juvenil rockera del momento en Barranquilla, quienes, en primera fila, parecían ser los únicos que coreaban a Cerati y compañía mientras recibían insultos y piedrazos de una multitud sedienta del merengue de Rikarena.

«En Barranquilla no había público de rock, la gente del montón iba a ver a la agrupación dominicana de merengue Rikarena. Eran el boom del momento, era la primera vez que iban a Colombia, era una banda nueva y era la sensación», cuenta Alfredo Bendeck, un argentino, periodista y director del programa radial Frecuencia Pop que vivió por muchos años en la ciudad y era el jefe de prensa del evento.

«Figurate, era rarísimo promocionar en el mismo cartel a Soda y a Rikarena», resalta Bendeck, que más tarde esa noche terminaría presentando al astro argentino con la cantante colombiana.

El concierto estuvo marcado por el desorden logístico.

Primero cambiaron el lugar dos días antes del show porque la Alcaldía de la ciudad negó los permisos del estadio y el montaje se trasladó a las afueras, en el parqueadero, un playón que para ese entonces no era más que arena y piedras.

El concierto estuvo a punto de ser cancelado. «Soda Stereo tocó por respeto a la gente», dice Bendeck, quien agrega: «Gustavo estaba re caliente, como es normal, pero por la organización del evento».

Otro problema fue el retraso. Así lo recuerda Iván Rosero, un fanático que logró camuflar una grabadora de casete al concierto, dejando para la posteridad el único registro sonoro del paso de Cerati y compañía por «La Arenosa».

«El concierto estaba programado para las 8 de la noche pero eran las 10.30 y no arrancaba.

La gente ya estaba molesta, empezaron a lanzar cosas al escenario, la mayoría de la gente fue a ver a Rikarena.

A las 11 corrió el rumor de que no iba a haber concierto, muchos dijeron que Soda no quería tocar en ese lugar», afirma Rosero.

Hubo problemas con las luces, con el sonido, ninguno de los teloneros se presentó y el público que en su mayoría había ido a bailar «Ay», «No puedo olvidarla», «Te voy a hacer falta» o «El Cutibili Pachá», se tornaba más hostil con cada minuto de retraso exigiendo el concierto de los merengueros.

Mientras tanto, en el Hotel Puerta del Sol donde se hospedó Soda Stereo -ubicado a pocas cuadras del concierto- Bendeck discutía con el conductor de la van contratada para transportar a la banda, que se rehusaba a llevarlos porque le debían dinero.

«El chabón de la camioneta dijo: si no me pagan, yo no los llevo; y yo le respondía: ¿cómo vas a bajar a los artistas, estás en pedo?».

Pero después de muchas discusiones y retrasos, por fin Soda Stereo se subió al escenario.

«Menos mal, salió Soda porque estaba a punto de formarse un motín ahí, tocaron casi a media noche», recuerda Rosero.

En el escenario la historia fue otra. El concierto fue impecable, el show empezó con «Planta» y el repertorio, aunque centrado en Sueño Stereo hizo un recorrido por su historia musical.

En el publico, sin embargo, se libraría una suerte de batalla entre rockeros y merengueros, siento los últimos más, valiéndoles a los Soda la abucheada de sus vidas.

«La gente que estaba atrás tiraba piedras, monedas, abucheaban, les gritaban hijueputas, coreaban Rikarena, Rikarena. Los de adelante que fuimos a ver a Soda coreábamos todas las canciones y el nombre de la banda, era como una rivalidad entre los dos públicos (…). Aún así recuerdo a un Cerati contento, dijo que estaba feliz de estar en Barranquilla porque era la primera vez que había estado en Colombia cerca al mar», recuerda Rosero.

Pero Bendeck cuenta que cerca del escenario el ambiente fue excelente, en la zona vip estaban Shakira y los músicos de Poligamia, cuyo cantante, Andrés Cepeda, hoy goza de una reconocida carrera como solista.

«La gente que iba a ver a Soda, aunque era menos, sabía la importancia de esa banda ahí (…) Yo realmente no escuché nada, del escenario no salió nada, no hubo que parar el concierto, dieron un recital como si hubieran estado en River».

Apenas terminado el último acorde, Cerati, Zeta y Charly salieron de inmediato rumbo al hotel, donde empezaría la historia de una larga noche que sigue viva en los recuerdos de los afortunados que estuvieron ahí y que se ha convertido, entre el contar y recontar, en una mito urbano de Barranquilla.

Al hotel llegó Shakira, los miembros de Poligamia y los de Non Sancta, las dos bandas que no pudieron tocar en el show. Lucho Senior, líder de Non Sancta recuerda:

«De pronto, Cerati sale del ascensor y nos saluda a todos, los de Poligamia empezaron a preguntarle por el 5-0 de Colombia a Argentina y entonces Gustavo con cara de serio dice que se devuelve a la habitación. Yo subí con Alfredo Bendeck.

En el cuarto estaba Zeta y Tweety González, el tecladista de Soda, Charly estaba en su cuarto con una chica».

Según Sennior, quien hoy es productor y está radicado en Orlando (Florida, EEUU), Shakira no subió al cuarto porque su mánager de ese entonces no la dejó, así que se quedó esperando en el lobby con los demás músicos que estaban ahí.

Esto lo confirma Dhizzy Trillos, que trabajaba con Bendeck en el programa Frecuencia Pop y era amiga de la cantante.

Para ese entonces, Shakira había grabado ya tres álbumes con Sony, a los que no les había ido muy bien, pero acababa de pegar con una canción,

«Estoy aquí», que fue un éxito en la radio nacional. El álbum Pies Descalzos, con el su carrera se disparó, en ese momento estaba en producción.

Después de comer pizza en su habitación, Cerati dice que quiere salir del hotel, que quiere ver el mar, así que todos se dispusieron a partir rumbo a Puerto Colombia, un pueblito a las afueras de Barranquilla que tiene las playas más cercanas.

Así Cerati, Zeta Bosio y Tweety Gonzales se subieron al Fiat rojo de Pedro Vengoechea, un compañero de banda de Lucho Senior y novio de Dhizzy Trillos, quienes también iban en el carro.

El resto se montó en una camioneta Chevy blanca conducida por Shakira o tomaron taxis para llegar al lugar. Charly no los acompañó ya que prefirió quedarse con su chica en el hotel.

Entre la gente que se fue con Shakira, estaban los miembros de Poligamia, Gustabo Gordillo incluido, con quien la cantante comenzaría una relación amorosa meses después pero tuvo su génesis ese día de octubre.

La discoteca escogida fue Kilymandiaro, un lugar junto al mar que estaba cerrada cuando llegaron, pero abrieron exclusivamente para ellos ante la insistencia de Vengoechea, que le mostró al sorprendido dueño a un Gustavo Cerati vestido de bermudas negras playeras y camisa blanca de flores azules, como cualquier barranquillero más en plena época de carnaval.

Afuera, esperando en una callecita que daba a la entrada del bar, por fin se dio el esperado encuentro.

Alfredo Bendeck cuenta: «Estábamos esperando que abrieran, Gustavo y Zeta lo más de tranquilos, en ese momento lo presenté con Shakira, le dije mirá Gustavo esta chica es cantante y es muy buena. Él y Zeta se pusieron a hablar con ella, esa fue la primera vez que se vieron».

Después se vino la noche, la música y los tragos.

No fue sino entrar cuando el dueño del lugar empezó a poner Soda Stereo. Gustavo dijo que no, que pusieran música típica de ahí, y pidió que además de las cervezas que estaban tomando le trajeran un trago local.

«Dame ron local, yo quiero trago local, dijo Gustavo, y se sentó a tomar Ron Blanco y a fumar Beltmont (marca de cigarrillos locales).

La borrachera de ese señor era inmensa, ahí aprendí que La ciudad de la furia no habla de ningún vampiro, como siempre creí, sino del músico, que es el verdadero ser de la noche», cuenta emocionado Senior.

Así transcurrió aquella noche, con reggae, salsa y electrónica de fondo, hablando de filosofía, música y hasta de teoría conspirativas que ponían en duda que el hombre hubiera llegado a la luna.

El grupo se dividió en subgrupos y los que se quedaron con Cerati terminaron en un tajamar de piedras que está en la playa del lugar.

En algún momento de la noche salió una guitarra, que había llevado Shakira, era acústica y algo vieja, no se escuchaba casi, pero allí tocaron algunas canciones y cantaron junto a Gustavo «Disco Eterno».

Cuenta Pedro Vengoechea que esa serenata terminó dirigía casi que exclusivamente a su novia de ese entonces, Dhizzy Trillos, quien se quedó un largo rato recibiendo dedicatorias de canciones por parte de Gustavo.

«Yo me fui de ahí un poco molesto, pero Gustavo en algún momento regresó al grupo y me dice bromeando: abrazala Pedrito que tiene frio», cuenta, jocosamente, 24 años después.

Según Dhizzy, ese día Gustavo le dedicó «Te llevo para que me lleves» y le pidió cantarla con él.

«Aunque yo, para mi vergüenza, solo me sabía el coro», reconoce.

Casi a las 6 de la mañana, amanecidos y enrumbados, venía siendo hora de volver, pero salir de Puerto Colombia a esa hora no es fácil.

En medio de la discusión sobre en qué se regresaban y mientras esperaban taxis u otros transportes, pasó un bus y Cerati preguntó: ¿Y eso a donde lleva? A Barranquilla le respondieron.

«Ya está, entonces yo me voy ahí». Pero antes de montarse, Bendeck se lo impidió y lo embarcó en el mismo carro donde había venido, con Vengoechea, Senior, Zeta, Tweety y Dhizyy.

No es cierto, coinciden todos, que el regreso de Zeta Bosio haya sido en una chiva rumbera -un bus de fiestas tradicional de la región-, él iba con Cerati en el Fiat de Vengoechea. El resto de gente se regresó en el carro de Shakira, en buses y en taxis.

«Yo terminé sentado en las piernas de Gustavo porque no cabíamos, con Zeta a mi derecha y Tweety a mi izquierda», dice Lucho Senior, quien además protagonizó otro de los episodios más graciosos de esa noche, que se ha tergiversado con los años, pero cuyos testigos presenciales cuentan de esta manera:

«Cerati tenía ganas de orinar, Zeta tenía ganas de orinar y la verdad yo también, habíamos tomado demasiada cerveza, podían ser las siete de la mañana… el caso es que nos bajamos y nos pusimos a orinar junto a la carretera, de la nada salieron un montón de perros y nos empezaron a perseguir, Gustavo y yo empezamos a correr para montarnos al carro, pero Pedro arrancaba haciendo como que nos dejaba ahí», recuerda Lucho Senior.

-Yo no recuerdo que los quisiera dejar botados- dice Vengoechea- pero si me acuerdo de Lucho gritando como loco: «¡Estoy meando con Gustavo Cerati!».

Ya de regreso en Barranquilla todos fueron a comer a un sitio de fritos -comidas típicas callejeras- cerca del Hotel Puerta del Sol.

Ahí los encontró Alfredo Bendeck, quien se había regresado por su cuenta. Al ver que no se habían entrado aún, se fue corriendo a su casa, sacó su cámara y regresó para tomar la única foto que por mucho tiempo se conoció de los Soda en Barranquilla.

Años después, Cerati contaría en una entrevista que cuando se conoció con Shakira, ella le aseguró que esa no era la primera vez que se veían, que se habían conocido en su ciudad natal, tomando en la playa junto al mar.

Él no recordó ese primer encuentro, quizá por ser uno de los días más surreales de su carrera, en el que después de salir abucheado de un concierto, siendo telonero de una banda de merengue que ya no programaría ni el más nostálgico de los Djs, terminó amanecido, orinando en una carretera de un pueblo del caribe colombiano, después de una noche de fiesta junto al mar y a la merced de ser perseguido por una jauría de perros.

O quizá porque pese a ese cúmulo de cosas imposibles, no haya sido más que otro día en su vida de rockstar, de hombre alado que prefiere la noche.

FUENTES: Jorge Cantillo (Infobae.com) y Las2orillas.co

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Festival Capitalia, una gran apuesta

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El Festival Capitalia es una apuesta interesante.  El pasado sábado en el Estadio Olímpico de la capital dominicacana marcó la ruta para hacerlo una tradición.

Juanes, Sting, Juan Luis Guerra y Residente provocoron la euforia de la audiencia, al margen de la discusión que se armó en redes sociales sobre quién debió cerrar el evento.

Como es sabido Residente fue el que puso el colofón a Capitalia más allá de la medianoche mientras un gran puñado de gente se marchaba y que aparentemente gastó todas sus energías con Juan Luis Guerra, quien le antecedió.

Antes de Juan Luis, ya habían desfilado por el escenario Juanes y Sting, que a mi juicio este último, fue la gran apuesta de la noche, no solo por lo que representa como leyenda de la música anglo, sino también porque son de esos artistas que a lo mejor tienes chance de ver solo una vez en la vida.

Van nuestros aplausos de pie para el empresario Saymon Díaz  por arriesgarlo todo para traer espectáculos diferentes en esta época de tanto reguetón y dembow.

Y por supuesto darle crédito por emplearse a fondo siempre con el tema de la organización y seguridad, elementos vitales en un evento con gran convocatoria.

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El hijo de Alfredo Pachecho asesinado en Houston era cantante urbano

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Era cantante urbano y se hacía llamar «El Pikante». El hijo del presidente de la Cámara de Diputados de la República Dominicana, asesinado en Houston, Estados Unidos, se dedicó por un tiempo a la música urbana.

Nacido en el barrio Cristo Rey en 1989, Luis Alfredo Pacheco Rojas, uno de los cinco hijos del congresista, fue el intérprete de temas como «A mí no» y «Sonido Feo».

En el año 2015 lanzó el tema «Dame Banda», una colaboración musical con «Chimbala» bajo la producción de Manuel DH.

Vivió en AtlantaGeorgia durante cinco años donde intentó darse a conocer musicalmente, pero posteriormente regresó al país para promocionar su canción «A mí no». Actualmente trabajaba como DJ en un centro nocturno de Houston.

Otro hecho

Luis Alfredo Pacheco, hijo del presidente de la Cámara de Diputados, fue asesinado a tiros la noche del lunes en Houston, Texas, recibió varios disparos en República Dominicana en el año 2004.

Para esa fecha, el diputado Alfredo Pacheco declaró que su hijo había sido herido de bala en el muslo izquierdo durante un intento de asalto.

Indicó que el joven transitaba a las 10:30 de la noche por la calle Ramón Cáceres bajando hacia Puerto Isabela a bordo de un motoconcho cuando cuatro individuos en dos pasolas lo interceptaron, con el propósito de despojar al conductor de su motocicleta.

FUENTE: Diario Libre

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