Reportaje Huesped
Chequea lo que cuesta una cirugía estética en República Dominicana
SANTO DOMINGO.- El uso de los Servicios de Recuperación y Atención Clínica o “Casas de Recuperación” podría incrementar en alrededor de mil dólares más el costo de una cirugía estética en el país, cuyos precios promedios, dependiendo del tipo de procedimiento que se realice, rondan entre los 3,000 y 5,000 dólares, o sea, entre 150,000 y 250,000 pesos.
Aunque los precios varían dependiendo del especialista y el establecimiento médico donde se realice, el costo promedio de una cirugía de reducción de seno es de 3,000 dólares y se incrementa a 3,500 dólares cuando se trata de aumento de mamas.
Esta última es la más demandada entre las pacientes que acuden a los centros de cirugía plástica y estética del país.
En caso de una abdominoplastía el costo del servicio quirúrgico estético es de unos 3,000 dólares.
Si la paciente es sometida a ambos procedimientos, mamoplastía y abdominoplastía, el precio conjunto ronda los 5,000 dólares.
En los paquetes de servicios que se ofrecen a pacientes que viven en el exterior y que requieren de un lugar donde alojarse durante el proceso de recuperación, se incluyen las casas de recuperación, cuyo costo ronda los 1,000 dólares, equivalentes a unos 50,000 pesos, que se le agrega al precio de la cirugía.
Los datos fueron ofrecidos por especialistas del área y pacientes que utilizan esos servicios, quienes en ambos casos pidieron reservas de sus nombres.
Una usuaria informó a Listín Diario que en el país una lipoescultura económica ronda entre los 130 mil y 200 mil pesos, y que cuando la paciente recurre al “combo” que incluye la liposucción, implantes de senos, cuello, espalda y brazos, el precio promedio conjunto es de entre 5,000 a 6,000 dólares, y que en cirujanos muy cotizados ese servicio podría costar entre ocho y 10 mil dólares (400 mil y 500 mil pesos), asegura.
Guerra de precios
No obstante, entre médicos hay preocupación ante la “guerrita” de precios que se ha desatado en el sector, llegando algunos facultativos a disminuirlos sustancialmente con el propósito de exhibir grandes volúmenes de pacientes.
En otros casos, de acuerdo a conocedores del sector, hay pacientes que sólo miran precios y terminan cayendo en manos inexpertas e inciertas de personas que ejercen la medicina estética sin tener la facultad para ello.
Modalidad
La modalidad de atención médica conocida como “casas de recuperación” o Servicios de Recuperación y Atención Clínica son lugares donde son ubicadas las pacientes tras recibir el alta médica luego de someterse a una cirugía estética, donde reciben supervisión de un personal de salud.
Las mismas surgen ante la alta demanda de cirugía estética en el país, que se estima que superan las 40,000 al año, de las cuales más del 80 por ciento de las pacientes vienen del extranjero, sobre todo de dominicanas que viven en el exterior o de extranjeras que llegan acompañadas de criollas.
SALUD PÚBLICA TIENE REGISTRADO 18 CENTROS
En la capital se estima que operan entre 80 y 100 “casas de recuperación”, pero en la Dirección de Habilitación y Acreditación del Ministerio de Salud solo hay registrado ocho de esos servicios, de los cuales siete están habilitados, ya que uno perdió la licencia por motivo de cambio de domicilio. Las pacientes son trasladadas a esos servicios 48 horas después de la cirugía, tras ser dada de alta para iniciar el proceso de recuperación.
Algunos funcionan en casas que fueron construidas inicialmente como domicilio familiar y se transformaron en estos centros, y en otros casos, en hoteles, que habilitan habitaciones para esos fines, en torres de apartamentos u otros espacios no aptos para la atención médica.
La mayoría funciona sin supervisión de las autoridades sanitarias.
El Ministerio de Salud tiene registrados 18 centros especializados en cirugía plástica, de los que 14 están habilitados y cuatro en proceso de renovación de licencia.
Listín Diario
Reportaje Huesped
Iglesias fueron exoneradas de casi RD$300 millones en impuestos por vehículos
LISTÍN DIARIO: En los últimos cuatro años, importaron más de RD$713 millones en unidades, incluyendo modelos de lujo, sin pagar impuestos gracias a un régimen fiscal vigente
Más allá de la creencia generalizada de que las exoneraciones fiscales para la importación de vehículos benefician principalmente a funcionarios públicos, legisladores, diplomáticos o grandes concesionarios, los datos oficiales revelan una realidad menos visible pero igualmente significativa: las iglesias figuran entre los sectores con mayor acceso a este tipo de privilegio tributario en la República Dominicana.
Entre 2020 y 2024, diversas congregaciones religiosas importaron cientos de vehículos —incluidos modelos de lujo— sin pagar un solo centavo en impuestos, amparadas en un régimen fiscal que ha permanecido prácticamente inalterado por décadas.
De acuerdo con registros de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), analizados por el periódico Listín Diario, las instituciones religiosas adquirieron vehículos por un valor superior a RD$713 millones durante ese período, lo que implicó una pérdida fiscal de RD$294,746,725.31 en concepto de impuestos aduanales e internos cuya cifra representa una merma significativa para las finanzas públicas, especialmente en un contexto donde se debaten posibles reformas fiscales y la necesidad de racionalizar el gasto del Estado.
El marco legal que sustenta estas exoneraciones es el Concordato entre la Santa Sede y el Estado dominicano, firmado en 1954. Este acuerdo otorga a la Iglesia Católica —y, por extensión, mediante decisiones administrativas, a otras denominaciones religiosas— beneficios fiscales para la adquisición de bienes vinculados a su labor espiritual, educativa y comunitaria. Sin embargo, el uso actual de estas prerrogativas plantea dudas sobre su alineación con ese propósito original.
Durante el período analizado, decenas de entidades religiosas hicieron uso de este mecanismo. La Iglesia de Dios Inc. lideró la lista con 58 vehículos importados, seguida por la Unión Asociación Dominicana de los Adventistas del Séptimo Día, con 56 unidades.
También figuran el Obispado de San Francisco de Macorís (12 vehículos), el Obispado de Santo Domingo (6), así como el Instituto Politécnico Loyola y la Compañía de Jesús, con entre dos y cuatro unidades cada una.
Mientras que la Iglesia Católica se beneficia directamente del Concordato de 1954, las iglesias evangélicas gestionan sus exoneraciones a través del Servicio Social de Iglesias Dominicanas (SSID), conforme a lo dispuesto en la resolución 5941. La entidad, reconocida oficialmente por el Estado dominicano, es la encargada de tramitar las solicitudes de exoneración de impuestos aduanales en nombre de las congregaciones evangélicas.
El procedimiento está regulado por la Ventanilla Única de Comercio Exterior (VUCE-RD) y requiere que el SSID participe en varias etapas del proceso, desde la validación inicial hasta la coordinación con las autoridades aduaneras. A través de este mecanismo, decenas de iglesias no católicas acceden cada año al beneficio de importar vehículos sin pagar impuestos, bajo el supuesto de que serán utilizados en funciones pastorales, sociales o comunitarias.
Datos importadores
En el siguiente cuadro puede visualizar los datos de todos los importadores que trajeron vehículos con exoneraciones bajo las disposiciones de iglesia católica o evangélica.
En caso de no poder verlo, puede presionar aquí.
Empresas privadas detrás de exoneraciones sin fines de lucro
Aunque en teoría las exoneraciones son solicitadas por las instituciones religiosas, en la práctica, la mayoría de los vehículos aparece a nombre de concesionarios privados. Delta Comercial S.A., por ejemplo, figura como el principal proveedor, con 185 unidades vendidas a iglesias, superando incluso a las propias entidades religiosas en número de registros.
Este hecho revela fallas estructurales en el sistema de control estatal. Idealmente, las listas deberían estar encabezadas por las instituciones religiosas que gestionan directamente las exoneraciones, y no por intermediarios comerciales. Esta situación evidencia la necesidad de que el Estado depure los registros, identifique a los beneficiarios reales y determine con claridad el uso final de los vehículos importados.
A ello se suma la ausencia de auditorías públicas y mecanismos de verificación efectivos. No hay constancia de que las autoridades fiscales realicen inspecciones sistemáticas para confirmar que los vehículos se utilizan en actividades religiosas, educativas o sociales, como establece el marco legal. Este vacío en la supervisión ha permitido que el régimen de exenciones evolucione hacia un mecanismo de consumo privilegiado, más que un verdadero instrumento de apoyo comunitario.
Lujo sin justificación
La naturaleza de los vehículos importados refuerza esta percepción. Entre las unidades figuran modelos de alta gama como el BMW X7, Mercedes-Benz GLE 350, Volvo XC90, Lincoln Corsair y diversos todoterrenos Jeep, con precios que superan los tres millones de pesos. Aunque también se registran vehículos de trabajo como camionetas Toyota Hilux, SUV Honda CR-V y minibuses Toyota Hiace, la creciente presencia de modelos recientes —incluso de los años 2024 y 2025— sugiere un patrón de renovación de flota alejado del perfil de necesidad básica.
Este escenario plantea un dilema para la administración pública.
El régimen vigente —legítimo en su origen— carece hoy de filtros actualizados o criterios diferenciados que permitan evaluar la pertinencia de cada exoneración. Como resultado, ha perdido su orientación original y se ha convertido en un instrumento vulnerable al uso indebido.
Hacia un régimen más transparente
Más que eliminar los incentivos fiscales para las instituciones religiosas, el reto consiste en reformarlos y fiscalizarlos con rigor para que cumplan su propósito. Es fundamental establecer un registro público de beneficiarios, definir criterios objetivos de elegibilidad y aplicar auditorías periódicas.
Estas medidas permitirían garantizar un uso responsable de los recursos fiscales y restaurar la integridad del sistema tributario.
El actual esquema ha derivado en una pérdida fiscal multimillonaria sin una justificación clara en términos de retorno social. Ante esta realidad, urge avanzar hacia un sistema más transparente, equitativo y funcional, que limite el privilegio y priorice el verdadero interés público.
¿Cómo lo hicimos?
A través de una solicitud por libre acceso a la información pública realizada a la Dirección General de Aduanas (DGA) obtuvimos una base de datos que contiene todos los detalles sobre las importaciones de vehículos al país que aplicaban para alguna exención fiscal.
Limpiamos, organizamos, extrajimos y analizamos todos los datos que contenía el dataset, permitiendo luego encontrar esta y el resto de las historias que agrupan esta serie de trabajos.
Si desea acceder a la base de datos completa, puede presionar aquí o escribir a nuestro periodista de datos paul.mathiasen@listindiario.com para cualquier información relacionada.
En caso de querer manipular los datos o hacer búsquedas más exactas, recomendamos descargar el archivo y abrirlo con un programa compatible.
Reportaje Huesped
¿Dónde estoy? Roberto Rodríguez regresa con la marca país ‘Super Semana Santa’
Roberto Rodríguez es la voz que ha acompañado por décadas a miles de dominicanos durante los días de esparcimientos de la Semana Mayor, con su tradicional operativo “Super Semana Santa”, que arriba a sus 38 años.
Fue en 1987, cuando el dueño del consorcio radial del Grupo Medrano, Juan Heriberto (Cuqui) Medrano Basora, por la iniciativa de Roberto Rodríguez se dio inicio a la campaña informativa más impactante de todos los tiempos, convirtiéndose en un patrón programático para otras cadenas radiales.
Su carnet de locutor es el número 3223, que obtuvo luego de riguroso examen que recibió en la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía.
Era agosto de 1978 y Roberto daba inicio, oficialmente, a una carrera en la radio que marcaría generaciones, no solo por su elegancia y don del buen hablar, sino por su trabajo como comunitario en la provincia de La Vega, en donde gracias a su trabajo fue parte del crecimiento de las estaciones de radio del Grupo Medrano, del desarrollo y expansión del Carnaval Vegano y su impronta más importante, el operativo “Super Semana Santa”.
A la radio llega con 14 años, gracias a su amigo Domingo Cruz, a aprender de los expertos, en Radio La Vega, y es que desde niño no había palo de escoba o de cualquier otra cosa que le pareciera un micrófono y que Roberto no se pusiera a jugar imitando a ser locutor, reseña la periodista Ymmaculada Cruz, del Listín Diario.
No había otro juego que le agradara más que imaginar que hablaba a través de un micrófono.
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