Reportaje Huesped
Intrant obliga a pagar miles de pesos por años de atraso para renovar licencias de conducir
Desde noviembre de 2017, las personas que se han descuidado con la renovación de sus licencias de conducir han tenido que pagar un monto de renovación multiplicado por la cantidad de años que han durado con el documento vencido.
Cada día se presentan a la Dirección de Licencias del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) decenas de ciudadanos que pagan entre RD$10,000 y RD$15,000 para renovar su licencia, debido a que llevan entre 10 y 15 años sin hacer la renovación de ese importante documento.
Se recuerda que en noviembre del 2017, el Intrant, cumpliendo con las disposiciones de la Ley 63- 17, puso en vigor la nueva disposición de que por cada año que la licencia de conducir tenga vencido, hay que pagar un monto multiplicado por el número de años vencido.
Si la renovación normal es de RD$890, el ciudadano que lleve cinco años con ese documento vencido, deberá pagar un monto multiplicado por cinco.
En una investigación realizada por el periódico Listín Diario, se ha determinado que a más de un año de la disposición, centenares de ciudadanos han tenido que pagar montos elevados para renovar el documento, debido a que han violado la disposición que establece la ley.
La medida dispone, además, que todo ciudadano que tenga más de tres años sin renovar el documento, además de la penalidad, deberá tomar una charla de una hora, como una forma de educarse para que no vuelva a incurrir en la falta, por la cual debe pagar RD$550.
La disposición implementada por el Intrant ha tenido un efecto positivo, debido a que las personas están acudiendo diariamente a ponerse al día, reconociendo su falta, mientras que los que tienen su documento en regla acuden a tiempo a renovarlo para no verse en la misma situación.

Chequeos. Agentes de la Digesett se mantienen realizando chequeos rutinarios en las vías, donde en muchas ocasiones detectan licencias vencidas.
La disposición
La medida que aplica el Intrant está basada en los Artículos 208 y 209 de la nueva Ley 63-17 sobre Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial de la República Dominicana.
Establece que toda persona que tenga su licencia con más de un año y hasta tres de vencimiento, podrá renovarla pagando acorde a los números de años vencidos.
Asimismo, todos los conductores que realicen renovación de la licencia a partir de tres años de vencimiento, deberán contar con la Certificación de la Charla sobre Norma de Tránsito para los infractores, que se imparte en la institución.
IRREGULAR
Actualmente en República Dominicana hay 290,000 conductores que circulan en las calles con más de un año de su licencia vencida.

CHARLAS
Las personas que tienen más de tres años sin renovar su licencia de conducir, deben pagar los años atrasados y recibir una charla.
NUEVOS PLAZOS PARA LICENCIA
En el 2017, la directora ejecutiva del Intrant, Claudia Franchesca De los Santos, anunció la entrada en vigor de nuevos plazos para la obtención de la licencia de conducir previstos por los artículos 203 y 204 de la Ley 63-17 de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial de la República Dominicana.
Explicó que dentro de la implementación de los nuevos plazos se contempla la reducción del tiempo entre el examen teórico y el práctico, de 45 a 15 días, el cual no aplica a menores de 18 años.
La funcionaria manifestó que tampoco aplica para aspirantes a conducir con edades entre 16 y 18 años, quienes deberán esperar que transcurran 45 días, establecidos en la actualidad, a partir de que les sea expedido el permiso de aprendizaje, para poder tomar el examen práctico.
LISTÍN DIARIO
Reportaje Huesped
Iglesias fueron exoneradas de casi RD$300 millones en impuestos por vehículos
LISTÍN DIARIO: En los últimos cuatro años, importaron más de RD$713 millones en unidades, incluyendo modelos de lujo, sin pagar impuestos gracias a un régimen fiscal vigente
Más allá de la creencia generalizada de que las exoneraciones fiscales para la importación de vehículos benefician principalmente a funcionarios públicos, legisladores, diplomáticos o grandes concesionarios, los datos oficiales revelan una realidad menos visible pero igualmente significativa: las iglesias figuran entre los sectores con mayor acceso a este tipo de privilegio tributario en la República Dominicana.
Entre 2020 y 2024, diversas congregaciones religiosas importaron cientos de vehículos —incluidos modelos de lujo— sin pagar un solo centavo en impuestos, amparadas en un régimen fiscal que ha permanecido prácticamente inalterado por décadas.
De acuerdo con registros de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), analizados por el periódico Listín Diario, las instituciones religiosas adquirieron vehículos por un valor superior a RD$713 millones durante ese período, lo que implicó una pérdida fiscal de RD$294,746,725.31 en concepto de impuestos aduanales e internos cuya cifra representa una merma significativa para las finanzas públicas, especialmente en un contexto donde se debaten posibles reformas fiscales y la necesidad de racionalizar el gasto del Estado.
El marco legal que sustenta estas exoneraciones es el Concordato entre la Santa Sede y el Estado dominicano, firmado en 1954. Este acuerdo otorga a la Iglesia Católica —y, por extensión, mediante decisiones administrativas, a otras denominaciones religiosas— beneficios fiscales para la adquisición de bienes vinculados a su labor espiritual, educativa y comunitaria. Sin embargo, el uso actual de estas prerrogativas plantea dudas sobre su alineación con ese propósito original.
Durante el período analizado, decenas de entidades religiosas hicieron uso de este mecanismo. La Iglesia de Dios Inc. lideró la lista con 58 vehículos importados, seguida por la Unión Asociación Dominicana de los Adventistas del Séptimo Día, con 56 unidades.
También figuran el Obispado de San Francisco de Macorís (12 vehículos), el Obispado de Santo Domingo (6), así como el Instituto Politécnico Loyola y la Compañía de Jesús, con entre dos y cuatro unidades cada una.
Mientras que la Iglesia Católica se beneficia directamente del Concordato de 1954, las iglesias evangélicas gestionan sus exoneraciones a través del Servicio Social de Iglesias Dominicanas (SSID), conforme a lo dispuesto en la resolución 5941. La entidad, reconocida oficialmente por el Estado dominicano, es la encargada de tramitar las solicitudes de exoneración de impuestos aduanales en nombre de las congregaciones evangélicas.
El procedimiento está regulado por la Ventanilla Única de Comercio Exterior (VUCE-RD) y requiere que el SSID participe en varias etapas del proceso, desde la validación inicial hasta la coordinación con las autoridades aduaneras. A través de este mecanismo, decenas de iglesias no católicas acceden cada año al beneficio de importar vehículos sin pagar impuestos, bajo el supuesto de que serán utilizados en funciones pastorales, sociales o comunitarias.
Datos importadores
En el siguiente cuadro puede visualizar los datos de todos los importadores que trajeron vehículos con exoneraciones bajo las disposiciones de iglesia católica o evangélica.
En caso de no poder verlo, puede presionar aquí.
Empresas privadas detrás de exoneraciones sin fines de lucro
Aunque en teoría las exoneraciones son solicitadas por las instituciones religiosas, en la práctica, la mayoría de los vehículos aparece a nombre de concesionarios privados. Delta Comercial S.A., por ejemplo, figura como el principal proveedor, con 185 unidades vendidas a iglesias, superando incluso a las propias entidades religiosas en número de registros.
Este hecho revela fallas estructurales en el sistema de control estatal. Idealmente, las listas deberían estar encabezadas por las instituciones religiosas que gestionan directamente las exoneraciones, y no por intermediarios comerciales. Esta situación evidencia la necesidad de que el Estado depure los registros, identifique a los beneficiarios reales y determine con claridad el uso final de los vehículos importados.
A ello se suma la ausencia de auditorías públicas y mecanismos de verificación efectivos. No hay constancia de que las autoridades fiscales realicen inspecciones sistemáticas para confirmar que los vehículos se utilizan en actividades religiosas, educativas o sociales, como establece el marco legal. Este vacío en la supervisión ha permitido que el régimen de exenciones evolucione hacia un mecanismo de consumo privilegiado, más que un verdadero instrumento de apoyo comunitario.
Lujo sin justificación
La naturaleza de los vehículos importados refuerza esta percepción. Entre las unidades figuran modelos de alta gama como el BMW X7, Mercedes-Benz GLE 350, Volvo XC90, Lincoln Corsair y diversos todoterrenos Jeep, con precios que superan los tres millones de pesos. Aunque también se registran vehículos de trabajo como camionetas Toyota Hilux, SUV Honda CR-V y minibuses Toyota Hiace, la creciente presencia de modelos recientes —incluso de los años 2024 y 2025— sugiere un patrón de renovación de flota alejado del perfil de necesidad básica.
Este escenario plantea un dilema para la administración pública.
El régimen vigente —legítimo en su origen— carece hoy de filtros actualizados o criterios diferenciados que permitan evaluar la pertinencia de cada exoneración. Como resultado, ha perdido su orientación original y se ha convertido en un instrumento vulnerable al uso indebido.
Hacia un régimen más transparente
Más que eliminar los incentivos fiscales para las instituciones religiosas, el reto consiste en reformarlos y fiscalizarlos con rigor para que cumplan su propósito. Es fundamental establecer un registro público de beneficiarios, definir criterios objetivos de elegibilidad y aplicar auditorías periódicas.
Estas medidas permitirían garantizar un uso responsable de los recursos fiscales y restaurar la integridad del sistema tributario.
El actual esquema ha derivado en una pérdida fiscal multimillonaria sin una justificación clara en términos de retorno social. Ante esta realidad, urge avanzar hacia un sistema más transparente, equitativo y funcional, que limite el privilegio y priorice el verdadero interés público.
¿Cómo lo hicimos?
A través de una solicitud por libre acceso a la información pública realizada a la Dirección General de Aduanas (DGA) obtuvimos una base de datos que contiene todos los detalles sobre las importaciones de vehículos al país que aplicaban para alguna exención fiscal.
Limpiamos, organizamos, extrajimos y analizamos todos los datos que contenía el dataset, permitiendo luego encontrar esta y el resto de las historias que agrupan esta serie de trabajos.
Si desea acceder a la base de datos completa, puede presionar aquí o escribir a nuestro periodista de datos paul.mathiasen@listindiario.com para cualquier información relacionada.
En caso de querer manipular los datos o hacer búsquedas más exactas, recomendamos descargar el archivo y abrirlo con un programa compatible.
Reportaje Huesped
¿Dónde estoy? Roberto Rodríguez regresa con la marca país ‘Super Semana Santa’
Roberto Rodríguez es la voz que ha acompañado por décadas a miles de dominicanos durante los días de esparcimientos de la Semana Mayor, con su tradicional operativo “Super Semana Santa”, que arriba a sus 38 años.
Fue en 1987, cuando el dueño del consorcio radial del Grupo Medrano, Juan Heriberto (Cuqui) Medrano Basora, por la iniciativa de Roberto Rodríguez se dio inicio a la campaña informativa más impactante de todos los tiempos, convirtiéndose en un patrón programático para otras cadenas radiales.
Su carnet de locutor es el número 3223, que obtuvo luego de riguroso examen que recibió en la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía.
Era agosto de 1978 y Roberto daba inicio, oficialmente, a una carrera en la radio que marcaría generaciones, no solo por su elegancia y don del buen hablar, sino por su trabajo como comunitario en la provincia de La Vega, en donde gracias a su trabajo fue parte del crecimiento de las estaciones de radio del Grupo Medrano, del desarrollo y expansión del Carnaval Vegano y su impronta más importante, el operativo “Super Semana Santa”.
A la radio llega con 14 años, gracias a su amigo Domingo Cruz, a aprender de los expertos, en Radio La Vega, y es que desde niño no había palo de escoba o de cualquier otra cosa que le pareciera un micrófono y que Roberto no se pusiera a jugar imitando a ser locutor, reseña la periodista Ymmaculada Cruz, del Listín Diario.
No había otro juego que le agradara más que imaginar que hablaba a través de un micrófono.
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